Desde pequeños nos enseñan. Escogemos el color. Anudamos los extremos con cuidado o bien trenzamos dos e incluso tres gargantillas con los colores que más nos gustan o que corresponden a nuestro equipo de fútbol. Desde pequeños las llevamos con orgullo, colgadas del cuello, “para que san Blas te proteja la garganta”.
Y cada año, cumplimos la tradición. Acudimos con ganas, con ambiente casi festivo, haciendo caso omiso de las predicciones meteorológicas, del mal tiempo, de las nubes grises, del barro, de la lluvia o incluso, como este año, de los copos de nieve que incluso a mediodía cayeron sobre Ciudad Rodrigo, como nunca, con intensidad. No importa. Es San Blas, a la Caridad. A hacer cola, a comprar la gargantilla, a compartir un buen rato con unos y con otros, a vivir ese ambiente tan precarnavalero que tanto nos gusta. Y así pasa el día 3 y ya queda menos. Y la gargantilla nos acompañará durante semanas a la espera de que lleguen los días grandes. Pues eso… ¡que ya queda menos!