REFLEXION EN VOZ ALTA AL COMENZAR LA FASE FINAL DE LA ASAMBLEA DIOCESANA (30-5-2014)
Por Mons. Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo
«Queridos todos:
Doy gracias al Señor de todos los dones por habernos permitido llegar a este día. Cuando nos pusimos en camino hacia la Asamblea Diocesana, en los últimos meses del año 2013, coincidíamos con los primeros meses del Papa Francisco. Entonces, como ahora, estábamos inmersos en una profunda crisis económica y en un preocupante debilitamiento del tejido social y eclesial. Pero, en el fondo, lo que más me preocupa, culturalmente hablando, es la denominada “antropología individualista” imperante, fruto de la globalización mal entendida que, como denuncia Luigi Zoja supone “la muerte del prójimo”. Todorov habla “de un hombre desorientado”. Y Alain Touraine ha subrayado que “estamos solos en el teatro de la vida” porque “los sujetos sociales se han licuado”, es decir, se han vuelto en muchos casos irrelevantes la familia, los partidos políticos, las asociaciones, etc). Se habla del “fin de las sociedades”. Pero, sin ser pesimistas ni cargar las tintas, en este mismo panorama, a juicio de muchos autores, se situaba también la Iglesia: se estaba “licuando” por los casos de pedofilia del clero, por el Vatileaks, las luchas curiales, el IOR (banco vaticano) y hasta por la dimisión inesperada del Papa Benedicto XVI. Y, ya en nuestra Diócesis, es preocupante el envejecimiento de nuestras gentes (incluidos los sacerdotes), la despoblación rural, las bolsas de pobreza y el azote del paro…. A pesar de todo, nos pusimos en camino de sinodalidad, con tres preguntas: “¿Dónde estamos?… ¿Qué camino queremos recorrer?… Y ¿qué llevar en la mochila o maleta de viaje”?… O, si lo preferís, de forma mucho más resumida, “¿Qué podemos aportar como Iglesia, hoy, en este mundo globalizado?”…
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